29 January 2013

Ocho Amaneceres

style="mso-bidi-font-weight: normal">Ocho Amaneceres

Por Eduard Marín

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Nuestro viaje ya estaba pensado y planificado desde hacía meses, la aventura empezaría en Venezuela (Mérida) con el intento de la ascensión del Pico Bolivar y continuaría con nuestro principal objetivo, El Ritacuba Blanco (Colombia). 

 

Gracias a nuestros amigos de Mérida, Manolo,Wilmer, Wili, Enrique, etc. pudimos subir hasta la estación de Loma Redonda a 4.100m en uno de los teleféricos más altos del mundo. Enseguida nos dimos cuenta al escalar a esas alturas que sería duro cumplir nuestros objetivos por diferentes motivos, la meteorología y lo difícil que era todo en a esa altura, falta de oxígeno, taquicardias... Los primeros días fueron muy duros por el mal de altura, mareos, nauseas... Necesitábamos aclimatar mejor para la ascensión al Pico Bolívar y así decidimos pasar unos días de escalada por El Cañón del Diablo y nos hicimos con la primera ascensión en libre de 'Supervivientes del Plástico', 150m con dificultades de hasta 8a, que Marco resolvió a vista, a unos 4.700m de altitud (¡¡Felicidades Wili por ese rutón!!).



Ese mismo día, al llegar a la tienda se puso a nevar, así estuvo toda la noche y al día siguiente amaneció todo nevado. Nuestra idea de intentar el Bolívar estaba descartada, había que bajar de allí. Un descenso un tanto agónico para todos; para Dani porque el día anterior (probando el largo de 8a) se hizo un esguince y para los demás porque tuvimos que cargar con más material.



Pusimos rumbo a Colombia, ya estábamos aclimatados y con glóbulos rojos por todo el cuerpo, cosa que notamos en la aproximación al Ritacuba Blanco. Ocho horas de treking por la sierra. Gracias a nuestras mulas que nos llevaron todos los petates con el material. Ocho días más tarde le comunicaríamos al arriero (encargado de las mulas) que también nos recogiera con ellas.



Al día siguiente empezaron los porteos de dos horas hasta el pie de pared. Dani y yo (Edu) empezamos abrir la vía porque sabíamos que nuestro peor enemigo era el poco tiempo del que disponíamos y la meteo. Encontramos una amplia repisa en el primer largo y decidimos montar el campamento y petatear todo para pasar la noche. También sabíamos que íbamos justos de agua para todos los días, pero encontramos una solución ya que al levantarnos durante la madrugada nos encontrábamos con estalactitas enormes colgadas de la pared.



Los primeros largos son compartidos con 'Tierra de Cóndores' hasta una gran repisa donde franqueas hacia la izquierda hasta el centro de la brutal bóveda. Abríamos un largo cada uno, fijábamos cuerdas y petateábamos el material mientras otro ya abría el otro largo.



Hay que tener en cuenta que esta ruta está a 5.000m de altitud y a las 11:00 de la mañana nos abandonaba el sol para sumergirnos en un frio aterrador con el que teníamos que convivir durante nuestras escaladas. Al dormir en la repisa de abajo teníamos que jumarear todos los largos que íbamos abriendo. Cuando teníamos media bóveda abierta y fijada, había que jumarear durante dos horas para poder empezar a abrir la siguiente tirada.



Unos de los últimos largos fue, sin duda, el más duro de todos. Primero lo intentó Dani. Luego yo (Edu) -que estuve 4 horas sin sol y con fuerte viento hasta que no sentía los pies, teniendo que bajar muy rápido rapelando para quitarme los gatos y encontrarme con que tenía los pies hinchados y morados, terminando por meterme en el saco y no levantarme hasta la madrugada siguiente-.



Solo teníamos un día más para intentar salir de la bóveda porque a la jornada siguiente teníamos que limpiar la ruta, debido a que nos venía a buscar el arriero para empezar el viaje de vuelta. Estábamos muy cansados del frío y de tanta actividad sin descanso, pero sabíamos que era la recta final, así que decidimos levantarnos a las 4:00 de la mañana para empezar a jumarear los 300m de cuerda fijada. Le tocaba abrir a Marco y, ¡¿cómo no...?! Logró salir de la bóveda. Todos enloquecimos de alegría y empezamos a gritar. En dos largos más conseguiríamos llegar al final de nuestra aventura, a una repisa enorme donde acaba también 'Tierra de Cóndores', vía por la cual rapelamos.



Después, todavía tocó desmontar las cuerdas fijas y desandar la aproximación hasta el campo base situado en la Laguna del Avellanal con 30 kg a la espalda.



El resultado final son siete nuevos largos (unos 350 m de escalada) que, sumados a las travesías, al tramo inicial común con 'Tierra de Cóndores' y a los 150 m finales hasta la cumbre, resultan en casi 900 metros de exigente itinerario.

La línea fue abierta con dificultades de hasta 8b y A3. Dani Moreno, Edu Marín y Marco Jubes se quedaron sin tiempo para intentar la liberación de los largos, cuyos grados en libre estimaron en L1 7c+ (50 m), L2 7b+ (50 m), L3 7b+ (50 m), L4 7c+ (50 m), L5 8a+/b (50 m), L6 7a+ (40 m), L7 7a+ (60 m).





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