13 February 2014

Raquel Hernández

RAQUEL HERNÁNDEZ encadena 'Fish Eye', 8c

Por Ignacio Sandoval Burón


Foto© Eudald Ros.


Foto© Eudald Ros.


Paso clave en una de las secciones duras. 

Foto© Eudald Ros.


Foto© Eudald Ros.


Placa final de la vía. 

Foto© Eudald Ros.


Foto© Eudald Ros.


Foto© Eudald Ros.

-   Es tu primer 8c, ¿qué supone para ti ese nuevo paso adelante en tu progresión personal?

¡Estoy feliz y muy motivada! Siempre hace ilusión subir un escalón más alto. Me supone apertura de horizontes, confianza en mi misma y una experiencia vital más que vuelve a enseñarme que somos capaces de conseguir todo aquello que nos propongamos.

La ilusión, el trabajo, la perseverancia y a veces la paciencia, son imprescindibles para alcanzar tus objetivos en la vida y ¡lo más bonito no es conseguirlos! Es haber luchado para conseguirlos.


-   ¿Cómo es la vía y cuánto la llevabas dando?

La vía es buenísima y por ello, tan deseada. 40 m de semi desplome con varias secciones de unos 12 movimientos de canto mediano, dos de estas secciones son más duras. Una en el medio bastante física con pasos de cantos mas incómodos y otra llegando al top más técnica, en la parte más vertical de la vía con canto pequeño. ¡Es pura resistencia!

Y ¡cuánto me costó... Uf!

La 'Fish Eye' ha sido una historia de paciencia y superación para mi. El año pasado la probé por primera vez en diciembre, me salieran bien los pasos aislados y esto me motivó mucho para probarla y focalizarla como un proyecto a largo plazo. Creí que no estaba preparada físicamente como para avanzar en ella, me la planteaba con visión de futuro y no centré todo mi tiempo y energía en darle. La probaba cuando iba a Oliana y lo combinaba con probar otras vías y proyectos en otras escuelas como Montserrat. Un día superé la primera sección dura de la vía y esto me descolocó por completo. Pensé “¿quizás debería tomármelo más en serio?” Así que... me puse a ello.

Pero un día tuve una caída muy mala en la vía y se me desplazaron dos vertebras de la cervical, pinzándome el nervio braquial. Esto provocó que perdiera parte de la movilidad, toda la fuerza y algo de sensibilidad en el brazo derecho y en los dedos. Fue muy doloroso no tener la movilidad en la muñeca para abrir la puerta de un coche o la coordinación en los dedos para pasar la cuerda por un mosquetón o para poder tocar mi piano o no tener la fuerza para cortar un simple puerro. Ha sido la lesión que más me ha desesperado y más frustración me ha creado por lo que tarda en recuperarse el nervio y por lo que me ha afectado para hacer vida normal. Tuve que parar de escalar por completo y empezar de cero. 

Cuando empezó a funcionarme algo el brazo, quise retomarla pero fue “esquizofrénico” porque el brazo funcionaba cuando quería. Darle una orden a tu cuerpo y que no te responda es una sensación muy desagradable. Así que ha sido un proceso intermitente de mucha lucha, superación y paciencia que ha tenido un final feliz.


-   ¿Qué es lo que más te costó de ella?

Sin duda, no rendirme. Hacerme amiga de la paciencia, luchar siempre visualizando que la podía hacer y después de esto... lo que más me costó fue superar la primera sección más difícil de la vía, que es muy física y yo no iba tan cómoda en esta parte.

Ha sido también difícil conocerme sin entrenar. Siempre que he tenido tiempo para escalar, me he entrenado para estar en forma y sabía más o menos cuando estaría cansada o fuerte y este último año y medio ha sido pura improvisación. No he entrenado ni planificado nada, sólo iba a un pequeño plafón cuando llovía o no podía escalar, así que he aprendido a conocerme un poco más en la improvisación. Ya no tenemos un buen roco y esto cambia mucho el planteamiento. Para mi ha sido más complejo y lento progresar sólo escalando.


-    Llevas un tiempo viviendo en Catalunya. ¿En qué medida esto ha supuesto un cambio sustancial a mejor en tu vida como escaladora?

Lo ha cambiado todo. No tiene nada que ver. La evolución es muchísimo más lenta al vivir en la isla. Si tienes tiempo, ganas e ilusión y vives en la Península, lo normal es que evoluciones escalando, tanto a vista como ensayando vías.

Siempre me decía “¿cómo puede haber gente tan motivada y fuerte en Canarias con lo limitados que estamos?” ¡Es increíble! Ahora que vivo en Cataluña valoro aún más la motivación de los escaladores en Canarias, cómo se superan aún teniendo tantos inconvenientes como que se te acaban los proyectos, que siempre vas a los mismos sectores, que solo puedes probar lo que hay sin elegir que vía te va mejor. ¡Esto sí que es estar motivado por escalar!

Yo he pasado este proceso y puedo asegurarte que no tiene nada que ver. Me vienen a la cabeza muchos nombres de escaladores y escaladoras de mi tierra que les apasiona la escalada y han progresado con estas dificultades. Me gustaría nombrarlos a todos pero son muchos y seguro me dejaría alguno en el tintero. ¡Desde aquí, les envío un abrazo enorme y toda mi admiración!


-    Hablamos en Kalymnos que estabas en un periodo de excedencia de tu trabajo como profesora de música, sin embargo, no has perdido el tiempo ya que comprobé que el catalán ya lo tienes dominado. Recuerdo también que me dijiste en esa conversación ciertas palabras que denotaban cierta filosofía vital muy contrapuesta a la idea actual de rendimiento económico por encima de todo… ¿Nos puedes hablar de esa tu filosofía? ¿Echas algo de menos la docencia?

Yo no puedo dedicar todo mi tiempo y energía sólo a escalar, siempre he necesitado hacer también otras cosas. Creo que la cabeza también hay que tenerla en movimiento. Para mi es importantísimo y no soy de “monotemas”, me interesan e inquietan otras cosas en la vida.

Ponerme a estudiar catalán en serio fue automático desde que llegué aquí. Creo que aprender la lengua del lugar donde vas a vivir forma parte de la integración de una persona en ese rincón del mundo. Además es la lengua materna de mi pareja y hablar su idioma es imprescindible para entender mejor cómo siente.

Es increíble la riqueza cultural que hay en la península, cada provincia tiene aspectos culturales muy diferentes. ¡Esto es precioso! ¡Canarias es súper diferente a Cataluña y el choque cultural es exagerado, es muy interesante! Como se dice en Canarias “yo soy más canaria que el gofio”, pero me gusta enriquecerme de otras culturas y ahora estoy fusionándome en ésta.

Mi filosofía vital ahora es disfrutar del tiempo libre, del aquí y el ahora. Antes tenía muchísimas responsabilidades y esto era proporcional al dinero que ganaba y sobre todo al estrés que tenía. La excedencia me ha permitido descansar, estar tranquila, disfrutar de no tener rutina, aprender a vivir con menos, hacer otras cosas que no tienen nada que ver con mi profesión. ¡No echo de menos el madrugar y el estrés, claro! Pero sí el trabajo humano que se establece en un centro educativo, que es muy duro pero al mismo tiempo muy enriquecedor.

El salir del aula me ha permitido trabajar en otras cosas interesantes vinculadas a la escalada. Me he implicado más con mis sponsors y estoy aprendiendo mucho de esta experiencia. Con Grifone trabajo asesorando en el diseño de una nueva línea de ropa para escaladores que se llama “Mandala” y también en el proyecto “Buscando al Grifone de los Pirineos”, que está teniendo mucho éxito. En mi otro sponsor, Techrock (Fixe y Roca), asesoro y pruebo material de forma más cercana, ayudando en todo lo que puedo. Me siento privilegiada de poder tenerles y muy agradecida por el apoyo incondicional que me han dado siempre.


-    ¿Qué es lo que más echas de menos de tu tierra?

La familia, las amigas y amigos, todo el entorno de compañeros y vida en relación a la música que tengo allí, el mar, el ritmo, el calor de la gente, el “mi niña”, el “muchacho”, el “cortadito”, la alegría... Ayyyyy... ¡Es que es el paraíso!


-    ¿Cuáles son ahora tus proyectos?

¡Uf! Tengo un montón de planes en la cabeza que me ilusionan: vías, viajes, experiencias, proyectos con Eudald... Espero seguir ilusionada con cualquier cosa que haga y, sobre todo, poderlas vivir rodeada de los que más quiero.






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